Artículo de «La Vanguardia» sobre la situación legal de los camareros

02 febrero 2021 | Actualidad

Fuente: «La Vanguardia» ¿Quién da voz a los camareros cuando todo se desmorona?

Es un tópico recurrente alegar que el turismo nos ha condenado a ser un país de camareros. Lo que olvida esta cínica argumentación del sector más intelectual es que “la condena de ser camarero” nos lleva, inevitablemente, a ser un país de condenados. No en vano, históricamente el empleo de camarero es el que más rápidamente se crea y, a su vez, el que más rápidamente se destruye en España. Una tendencia que deja al turismo señalado, a la hostelería revuelta y a los camareros estigmatizados, con la incómoda sensación de ser peones de quita y pon en un tablero sin normas.

Ante ese pozo de condescendencia, de clasismo rancio y de precariedad laboral, el descrédito hacia el oficio pasa por uno de sus momentos más crudos. Y es que los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), certificaban que más de un millón y medio de trabajadores ejercían de camareros y camareras antes del estallido de la pandemia. Pocos sectores, por no decir ninguno, registraban unos números parecidos. Con los efectos colaterales del coronavirus, la restauración ha sido noqueada una y otra vez sin lona en nombre de decisiones contradictorias. Un estira y afloja, un abrir y cerrar, un baile de horarios que, a día de hoy, nos ha impedido saber a ciencia cierta cuántos camareros y camareras siguen al pie del cañón cumpliendo con los servicios mínimos. A modo de ejemplo, y para establecer un referente de la nación enamorada de las estadísticas, el empleo en bares y restaurantes de Estados Unidos cayó en 372.000 puestos de trabajo el mes pasado según Reuters, lo que representa tres cuartas partes de la caída global de la nación contando todos los sectores.

En todas partes cuecen habas y, por lo visto, no es un mal atribuible exclusivamente al modelo español. En muchas economías del mundo, los camareros cumplen con las funciones de apagafuegos en temporada alta, y pasan al cajón de eternos olvidados cuando las cosas se ponen turbias. Los medios de comunicación se han dado cuenta de la frustración, lógica por otra parte, de los restauradores y, unas pocas veces en grupo y la mayoría en solitario, han tenido la oportunidad de denunciar su situación. También se ha seguido con una mezcla de nostalgia y rabia el cierre de restaurantes ilustres que nunca más volverán a levantar la persiana. E incluso el Gremi de Restauració de Barcelona ha focalizado toda su energía para producir un video en el que se ilustra el desgaste psicológico de los empresarios. Insomnio, ansiedad, depresión o una angustia severa son algunos de los efectos en la salud después de meses de restricciones, sin saber cómo harán frente a los pagos. Pero mientras todo esto sucede en una peligrosa espiral sin solución a la vista, ¿qué está sucediendo con los camareros? ¿Los restauradores se han preocupado por sus trabajadores? ¿Cuál es el estado actual de la primera línea de la restauración? ¿Quién da voz a los camareros y camareras cuando todo se desmorona? ¿Cómo están los que siguen ahí, detrás de la barra o sirviendo en las mesas?

“El camarero es un ser que lo aguanta todo”, dice el valenciano Jesús Soriano Soto, camarero desde los 16 años y gran defensor de su oficio en las redes sociales. “Desde faltas de respeto, borracheras, más de 12 horas de pie trabajando fines de semana y festivos sin librar. Aguantamos todo eso, ya sea porque nos gusta nuestro trabajo, por necesidad o por cualquier otro motivo. Pero necesitamos comer, y si ahora no es posible trabajar, que nos den ayudas para poder subsistir hasta que todo esto pase y podamos volver a nuestro trabajo”. Unas ayudas para la hostelería que caen en cuentagotas a través de los gobiernos de las distintas Comunidades Autónomas. Eso sí, como era de suponer no habrá para todos y los camareros están al final de la cola. “Las ayudas irán a parar en su mayoría a manos de los restauradores, los más afectados por las restricciones”, dicen desde el gremio.

Su alter ego en las redes sociales, Soy Camarero, es un grito de orgullo para empoderar a esos cientos de miles de camareros y camareras de todas las edades que ejercen, o ejercían, el oficio con la boca pequeña, como si su trabajo fuera de segunda categoría. Sin comerlo ni beberlo, Jesús Soriano es algo así como el termómetro del estado de ánimo de una mayoría silenciosa, que no sabe a quién escuchar, y algo peor, a quién creer. Buen ejemplo de ello es la opinión con altas dosis de ironía que ha publicado tras el revuelo generado ante la propuesta de Ayuso, que estudia priorizar a los camareros en la vacunación como trabajadores expuestos a un alto riesgo de contagio.

Más que nada, porque cuando los gurús de la gastronomía nacional o los empresarios de la hostelería ofrecen su punto de vista no se sienten representados. “Los camareros y camareras estamos en las últimas. Así de claro. Unos con suerte cobran el ERTE tarde y mal. Otros son despedidos y les cuentan como días de vacaciones el tiempo que los bares están cerrados. Sin hablar de la gente que ni siquiera tenía contrato y se queda con una mano delante y otra detrás”.

Si es menester, compartir dosis de humor, dar la cara por el compañero, sacar pecho ante el menosprecio generalizado, fomentar la crítica social y repartir cera para los jefes más insolidarios. Señas de identidad de este camarero vocacional, autor de Soy camarero. El cliente NO siempre tiene la razón (Editorial Grijalbo). En un momento en el que el boom de publicaciones gastronómicas no deja de sumar nuevos títulos sobre cocinas internacionales y chefs mediáticos, esta divertida novela gráfica se centra en algo tan cotidiano como el día a día detrás de una barra en una tasca de toda la vida. Hojear las viñetas es redescubrir un mundo prepandémico que parece de otra vida, de otro tiempo. Restauradores, camareros y clientes relacionándose en un ambiente sin mascarillas, miedos ni contagios. “Si tengo la oportunidad de escribir un segundo libro, sin dudarlo añadiría más crítica social. Por poner un ejemplo de lo que veo estos días, mucha gente no ha empatizado con la hostelería o con los comercios en general. Se han dado muchos rifirrafes porque muchos clientes no seguían las medidas de seguridad y se encaraban con los trabajadores, cuando está claro que no somos nosotros quienes dictan las normas”.

Además, Soriano ha colaborado con Info Camareros, un grupo de laboralistas del bufete Manrique de Torres Abogados con sede en Madrid, Santander y Vitoria, para crear la primera guía laboral focalizada en dar respuesta a todas las dudas que genera el oficio. Desde qué hacer si te contagias a los convenios existentes. De los tipos de despidos a posibles ayudas. “No tenemos datos oficiales, pero conforme a las consultas que recibimos diariamente, podríamos hacernos una idea de que el 90% de los camareros y camareras de España se encuentre en ERTE total o parcial”, asegura Carlos Manrique de Torres. “Al inicio de la pandemia tuvo lugar una avalancha de finalizaciones de contratos temporales, de períodos de prueba “sin superar” y de despidos disciplinarios sin motivar. Las empresas temían lo peor y la compulsividad con la que se legislaba no ayudaba a la estabilidad en el empleo. En la actualidad las empresas tratan de mantener los ERTES, pero la disminución en las bonificaciones están propiciando que cada vez un número más alto de ellas renuncie al ERTE, para finalizar el compromiso de empleo y poder despedir”.

Esta tendencia es cada vez más pronunciada y el pronóstico es muy claro según el criterio del abogado. “Si continúa la falta de seguridad jurídica con respecto a los ERTES y no se aprueban ayudas de auténtica practicidad para la hostelería, aumentarán los despidos y el gran tejido de las pymes se verá abocado al concurso de acreedores”. De aquí que el objetivo de Info Camareros pase por normalizar los derechos de los compañeros y compañeras que ejercen el oficio. Incluso entre ellos mismos, ya que son muchos los que creen equivocadamente que poco o nada pueden exigir al tener trabajos temporales mientras acaban los estudios u optan a otros trabajos más aspiracionales. “Esta vocación es muy arriesgada y la mayoría no resiste a un trabajo así a largo plazo”, asegura Soriano. «Dar voz a los camareros en tiempos difíciles es más necesario que nunca. No paro de recibir información sobre manifestaciones que el sector está organizando en distintas regiones. Están matando la hostelería. Si no se puede abrir, que den las ayudas. Pero ayudas directas tanto a empresarios como a trabajadores. El ERTE es una de ellas, pero recibo cientos de mensajes de compañeros que aún siguen esperando a cobrarlo desde la primera ola».

Como era de suponer, los abogados laboralistas de Info Camareros reciben estos días más consultas que nunca. “Si hay algo positivo que nos ha dejado esta pandemia es que la paciencia de los camareros se ha agotado y se han visto forzados a conocer sus derechos”, destaca Manrique. “Por fin tienen a su alcance servicios jurídicos que les avalan frente a las exigencias de la empresa que excedan los límites de la legalidad. Y eso les empodera. Desde nuestro despacho hemos visto un gran incremento de asuntos que se están judicializando en materia de vacaciones, impago o retrasos reiterados en el abono de salarios, permisos y horas extraordinarias. Ya no sólo impugnan el despido, ahora exigen las condiciones laborales dignas que les corresponden mientras la relación de trabajo está viva.”. Una ayuda individual que también ha tenido repercusión a nivel colectivo. “Pequeñas acciones impulsan a sus compañeros haciendo que mejoren las condiciones generales de todos. Es típico que reclamemos un complemento del convenio para un trabajador y al mes siguiente su empresa se lo abone a todos los compañeros”.

Tal y como reza el tópico, está por ver si España seguirá siendo ese país de camareros y camareras en el que, irónicamente, muchos jóvenes sueñan con ser cocineros. “Posiblemente se trate de la profesión que tradicionalmente ha presentado mayor precariedad laboral. Y, además, es una precariedad normalizada. Los camareros están acostumbrados a aguantar lo que les echen y con la pandemia no ha hecho más que empeorar”, aseguran desde Info Camareros. “Si antes las condiciones no respetaban la legalidad, ahora se encuentran con que además cobran tarde con la excusa de la crisis y no siempre se cumplen las medidas de seguridad. Todo ello, bajo la amenaza de un despido inminente. Lo peor es que a nadie le sorprende y esto nos deja un escenario desolador. La falta de información hace que ni ellos mismos alcen la voz. Hay una frase que nos repiten continuamente los camareros: ‘si no me mata la Covid, me matará el hambre’. Por eso se conforman con lo que hay y son casi invisibles para la sociedad”.

Gracias a movimientos sociales como #metoo, las denuncias de los stagiers de los restaurantes de alta cocina o el abuso de poder con los más débiles del sector se ha demostrado que el cliente (y el jefe del bar o restaurante) no siempre tiene la razón. Jesús Soriano cree que va a ser muy complicado que todo vuelva a ser como antes, porque entre otras muchas cosas, ni ellos son los mismos ni lo de antes garantizaba su bienestar en el entorno laboral. Desde Soy Camarero tan sólo desea que “pronto podamos volver a abrir y trabajar. Esto algún día tiene que acabar”.

 

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